sábado, 6 de noviembre de 2010


'La Venus negra', alegato contra el racismo y por la dignidad humana

El cuarto largometraje de ficción del cineasta franco tunecino Abdellatif Kechiche, de reciente estreno, es sin duda una de las películas más esperadas de la temporada. La cinta llega a las pantallas de Francia con un aroma de polémica contemporánea al reivindicar a través de esa peculiar historia la memoria y la dignidad de los pueblos colonizados. Kechiche es autor de películas como 'La faute à Voltaire', 'L’esquive' y 'La graine et le mulet', que con temática más social evocaban ya, como ahora 'La Venus Negra', un tema recurrente en su filmografia: la dificultad de un individuo de integrarse en una sociedad que lo rechaza.
El guión de “La Venus negra”, está basado en una historia real y cuenta los últimos años de la vida de Saartije Baartman, mas conocida como “la Venus hotentote”, una mujer negra sudafricana de la tribu Khoi, nacida en 1789, que padecía de esteatopigia, lo que en griego significa “grasa en los glúteos” un síntoma que se desarrolla sobretodo en las mujeres de ciertas tribus africanas después de dar a luz, así como de una hipertrofia de sus órganos sexuales.
Esa mujer que trabajaba como criada para un colono holandés en África del Sur, aceptó la propuesta de su amo de exhibirse en Europa como artista, a cambio de una compensación financiera. Era el año de 1800. Pero la realidad es que ese colono sin escrúpulos la explotó como si fuera un monstruo de feria, transformándola en una especie de “mujer elefante”, primero en Londres y luego en París.
La curiosidad malsana de las ferias no impidió que el mundo de la ciencia se interesara también por ese “fenómeno”. Sin embargo al negarse a cooperar con los científicos, su amo la vendió a un domador de animales que la llevó de Londres a los burdeles más sórdidos de París, siendo sometida a la prostitución contra su voluntad.
Saartjie murió de una neumonía, enferma de sífilis, abandonada en un burdel a los 25 años de edad. Su cuerpo sin vida fue vendido a Georges Cuvier, uno de los fundadores de la anatomía moderna. Su esqueleto, sus nalgas y sus órganos genitales fueron conservados en el Museo del Hombre en París, hasta fines de los años setenta. Respondiendo a una reclamación del gobierno sudafricano, los restos de la Venus hotentote fueron restituidos a su país de origen e inhumados en Capou, su provincia natal en 2002, en donde su pueblo le rindió homenaje.
La película de Kechiche traza con brío y ajustada emoción ese atentado contra la dignidad humana que representa la historia de la Venus hotentote. La joven cubana Yahima Torres, neófita en el oficio de actriz, logra un papel de composición a la altura de los excelentes intérpretes masculinos: El sudafricano André Jacobs y el belga Olivier Gourmet, actor fetiche de los hermanos Dardenne.
Kechiche, fiel a su estilo de puesta en escena, filma con cámara móvil, muy cerca de sus personajes, de sus movimientos, plasmando en imágenes la fuerza de sus expresiones. Un bemol sin embargo a esta brillante película, la extensión de su metraje, dos horas y cuarenta minutos, que hubiera merecido algunas elipsis, sobretodo en secuencias que se repiten, aunque en condiciones o lugares diferentes.
Cuando en Francia el tema de la inmigración, y de la integración del extranjero en la sociedad francesa es de total actualidad, una película como “La Venus negra” que tiene una evidente lectura contemporánea por su tratamiento de la realidad histórica, viene a recordarnos el triste legado del colonialismo y suscita la polémica, como lo subraya su director Abdelaziz Kechiche: “No es una película sobre el pasado. Estamos en este momento en una situación de inquietud, de angustia, en relación con las imágenes que veo de las expulsiones en Francia, del desprecio con que se trata a los pueblos. En ese sentido mi película se sitúa por desgracia todavía en la actualidad, en ese sentido es contemporánea”.
La lectura universal y actual de “La Venus negra” no deja lugar a dudas, pues la puesta en escena de los sufrimientos impuestos a esa mujer es un poderoso alegato contra el racismo y por la defensa de la dignidad humana, recordándonos de paso que hasta 1976, la Venus hotentote estaba aún expuesta en el parisino Museo del Hombre. La joven cubana Yahima Torres estima que Kechiche ha logrado “una denuncia del racismo, tanto del racismo científico de los que comparan la Venus con un orangután, como del racismo ordinario o cotidiano de su amo que la trata como si fuera un animal monstruoso”.
La manera de filmar de Kechiche tampoco es casual o anodina y sabe crear un sentimiento de malestar, ya que sitúa al espectador en la misma posición de voyeur, de esas multitudes que acudían a ver a la Venus en ferias y burdeles. Su rigurosa reconstitución histórica y las imágenes sin concesiones, pero sin excesos, son recibidas con fuerza por el espectador como un golpe en el estómago, sin posibilidad de recurso. Imposible no adherir a esa poderosa condena de lo inadmisible, de lo intolerable, ayer como hoy.

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